|
imagen extraída de rookiemag.com |
El poder de la palabra; más real que la
ficción
Escrito por: Adriana Chuquimia
Ficción
(definición):
f.
Acción y resultado de fingir. || Invención. || Cosa imaginada.
Gracias
a la novela y el cuento, la literatura nos ha dado la posibilidad de
convertirnos en todo lo que alguna vez hemos querido ser. Cosas como la
superación de lo cotidiano o el ser testigos de nuevos comportamientos – que
formen o no parte del mundo real objetivo
– son admitidas por la ficción.
La
ficción admite todas las posibilidades reales o irreales en el mundo; de hecho,
la ficción puede ser más real que lo real, ya que ésta siempre es un producto
que deriva en actitud lúdica de la realidad objetiva. Es decir, tomemos a la
literatura como un juego, en el sentido de que la única manera de entrar a la
ficción es comprendiendo las reglas que el autor nos impone; y el lector, ese
ser de carne y hueso se transforma. Todo es un juego de ilusiones.
El
escritor crea a seres de papel, uno y varios personajes. Crea voces, que son centrales
y fundamentales en la obra literaria. Éstos seres son ficción, son una y muchas
palabras. Aquel que nos cuente la historia, señalará y determinará a su vez, su
voz y la de sus personajes. Cada personaje es un lenguaje y cada suceso tiene
su caldo de cultivo en la crisis.
(Un
autor nunca está loco, ni miente, porque lo escrito son frases que carecen de
realidad, pero toman parte de ella para hacernos dar el paso en falso y caer en
su ficción.)
Miles
de mundos pueden ser posibles, pero no reales. La narrativa nos propone espacios
y tiempos alternativos, inmortales y perpetuos. La ficción por lo tanto, crea
sus propias reglas y lógicas, es así como podemos afirmar que para levitar, sólo hace falta tomar una taza
de chocolate, o que simplemente somos la creación del sueño de un soñado.
Toda historia
ficticia se embarca culturalmente y está ligada a la realidad, es por eso que
la literatura nos conmueve o nos aterroriza. El lenguaje nos habita y la palabra escrita nos transporta a numerosas
posibilidades, corregidas y aumentadas.
Los diccionarios
no importan, porque la palabra puede tener
significados y connotaciones infinitas, o simplemente la fonética, el juego de
la palabra y de lo dicho, podría conducirnos a eternos pluri-sentidos.
¿Para qué buscarle un significado a ciertas cosas? Queridos lectores, la única
verdad es que:
¡La
palabra es enemiga del poder y no necesita de nadie más, que a
sí misma!
(Nota: Que no nos
tiemble el troc, que se venzan las marioplumas, y que todo se
resolvire en un profundo pínice.)